¡Redime con Su Sangre aquel pecado
que pesa sobre el hombre, del pasado!
Hacedlo, que Su Amor bien lo merece.
Curad vuestro dolor, pues quien padece
pudiéndose sanar loco o errado
sin duda debe estar. O es un malvado
que, ahíto de ambición, de fe carece.
Creer o no creer es el dilema
de siempre, que preside nuestra vida;
no existe solución a este problema,
ni nadie que en el fondo se decida.
¡Molesta comezón que, por sistema,
angustia al ser humano y no se olvida!