no se pueden olvidar.
Como en los juegos de azar
se suele siempre perder,
¿acaso pude vencer?
¿Fue mejor que no venciera?
¿Cómo saber la manera
de salir siempre triunfante?
No existe pero, no obstante,
haber vencido quisiera.
Parece que fue el amor
para mí tan sólo un juego,
mas de tal cosa reniego
pues amé con gran fervor.
Mas siempre causé dolor
a la persona querida.
Está visto que en mi vida,
por más que mejor jugara,
me fue la fortuna avara.
¡Siempre perdí la partida!
Hoy, el tiempo ya pasado
de las ansias y el deseo,
miro hacia atrás y no veo
qué pudo haberlo causado.
Siempre busqué que a mi lado
cabalgara la alegría,
pero se ve que pedía
un sueño o una locura.
En mi afán, si se me apura,
no supe ni lo que hacía.
Llegado ya es el momento
de intentar comprender todo.
Sé que pude de otro modo
comportarme y me arrepiento.
Comprensible es mi lamento
pues, queriendo gozar tanto
de la mujer y su encanto,
al echar la vista atrás
no pensé nunca jamás
inmerso encontrarme en llanto.