de repente, aquella tarde
noté un latido en el pecho
que no sentí jamás antes.
Era el amor que nacía,
ese amor que yo soñase
tantas veces en mis noches
solitarias de estudiante.
¡Tantos problemas resueltos,
tantas fórmulas de gases,
matrices y logaritmos,
cosenos, diferenciales!
¿Para qué si yo soñaba
con el mundillo del Arte,
con romanzas y con versos
de Bécquer para igualarle?
¡Sueños de gloria de un joven,
sueños vanos como el aire.
Pero la vida no quiso,
resultando ser un fraude.
Pero esa tarde, bailando,
enlazados por el baile,
noté como un algo nuevo
que no supe ni explicarme.
Me miré en tus ojos bellos,
tú en los míos te miraste
y un beso puse en tu boca
como si no hubiera nadie.
Mis amigos nos miraron.
Si miraban, que mirasen.
¡Era el amor que soñara,
el que busqué en todas partes!