La voz del poema
La voz del poema es profunda calma,
La habéis escuchado amigos míos,
Es algo así como el susurrar del alma,
Un despertar al pasado y al futuro.
El poema desafía al tiempo y a la vida,
Aún que su voz esté al fin adormecida,
Es perfecto en su esencia divina,
Madura en la esperanza fría.
Es el lienzo de algún ¡ngel errante,
Con borrones y colores de diamante,
Algo sabio y aprendiz en su locura,
Se inspira en la verdad y la dulzura.
Es la sabia de la vida que se marcha,
Y crece como un quijote de la mancha,
Sus ojos son el espacio de las almas,
Su corazón el astro azul del alba.
Yo crecí entre sus raíces profundas,
Procuraba serle útil con mis versos,
Ignorando que viviría para soñar,
Porque ese es el destino de volar.