PULSA AQUI SI AL CARGAR LA PAGINA NO SE ESCUCHA
“Y, entonces comprendí...”
Y entonces comprendí... de mis fantasmas locos
de mi proyecto de estrella que me quitó la fuerza,
cuando rompió sus puntas y me clavé... en ella.
Se cayó de su fuego eterno, me caí de su grandeza
sobre mis pobres ideas inmersas en mis flaquezas.
Esos mares de deseos, naufragios para los cuerpos
y acomodados secretos, los hermosos en sensaciones
...y de sensuales anhelos.
Y sólo así entendí... de mis antiguas ilusiones
de los más bellos pensamientos...
...Me vi en la profunda fosa cuando nos miramos por dentro,
una ráfaga de luz me invadió por todo el cuerpo...
y recobré el aliento saliendo de mi agujero.
Tuve temor de mi sombra viendo mi virtud por los suelos.
¡Estaba herida, sumisa a los fantasmas de fuego;
supe que habitan las fuentes de donde bebe mi vida
y, ellos, me encerraban abriéndome más la herida!
Y el aire era agua, y la roca se hizo fuego,
la tierra tenía mis huellas atadas a mi destino,
siendo yo la carne apetecida... ¡de un estómago inllenable!
¡Y no reventó la furia ni tampoco mi silencio,
se me rompía el alma y deserté de mi féretro
y de la vil materia y me arranqué mi sepulcro;
porque me sabía eterna..., eterna, pero contigo...
¡Eterna!
¡Así... pude saber dónde estaba mi salida,
donde se hallaba la puerta donde estabas tú llorando!
La dicha esperaba... me tocaba aún despierta,
para llorarla antes y no...¡después de muerta!
Me quité las cadenas liberando las ideas,
entonces comprendí que liberaba mi alma...
¡Para liberarte a ti te daba todas mis penas!
Sólo quedó una alegría, una para llenar nuestro ahora,
¡tú y yo, la fuente de cada verso que recorre por las venas,
no olvides a quien amamos si somos Luz de su aurora!
Elisa