un dulce filosofar de fin de año.
El aire, los árboles, los pájaros,
murmullos tenues del viento que pasa volando,
más arriba las nubes blancas
y encima de ellas Dios estático observando
los insectos, las larvas, los gusanos pálidos,
pronosticando el caminar de la vida girando
en torno a bellas mariposas y crisálidas
el silencio adormece el tiempo
y el tiempo se torna pródigo con la lluvia que cae,
son goterones suaves, para disimular el momento
y hacer del tiempo su vivencia pródiga con el paisaje,
la paz lo invade todo, incluso los cósmicos tormentos
que desean cambiar tambien al tiempo,
entonces pasan ideas protectoras de la fauna salvaje
pero el tiempo tiene un paso de continuos sucesos,
todo se desenvuelve, nada se detiene
y el horizonte sigue allí lejos mudo, imperceptible, lejano,
inalcanzablemente lejano, decimos en nuestros versos,
y sin embargo el mundo se mueve…..sin dejar huellas…no muere,
las nostalgias asimilan la tierra en vorágines diversas,
el barro se convierte en arcilla y la arcilla en arte
las palabras, las letras, las ideas que vuelan
se convierten en versos,
los susurros se transforman en palomas que planean
y los cánticos sagrados adentro de las capillas
suben hacia arriba buscando a los Dioses, quienes titubean
mirando y buscando abajo a quienes se encandilan
en heterodoxos juegos sin valores ya que éstos escasean
los pensamientos vuelan al llegar las auroras,
el calor del sol, el olor a café, el olor a tostadas, el desayuno
nos despiertan de ése sopor llamado dudas,
el cansancio de nosotros mismos, de mirarnos uno a uno,
la duda de responder las pregunta ¿quién soy? ¿soy ése alguno?
O no responderse nada escondiendo la cara como el avestruz
¿será eso el temor de vivir? ¿de soportar llevar en nuestros hombros la cruz?
las eternas verdades que conforman la estrechez del mundo
verdades que duelen y que no son aceptadas como verdades
porque es más fácil vivir de falsas ilusiones y coloridos nauseabundos,
todo ello conforma el naufragio que tanta gente ha sufrido;
pero es cierto que muchos son los que no han sucumbido
y han tomado los remos, han ido para adelante,
y han comenzado de cero nuevamente
el aire, los árboles, los pájaros,
miramos las mañanas cuando nace el sól diáfano
y despertamos remando cansados, río abajo, en las brumas
y oímos al zorzal, llamándonos en un bel canto, alegre, ufano,
mientras el aire agita las hojas de los árboles que nos arrullan
y dejamos los remos para tomar los utópicos pinceles o la pluma
para escribir versos y hacer una historia de la vida,
sentirse un viejo joven que morir solo quiere cuando sea viejo,
tenderse en el verde pasto y mirar el cielo lleno de aves,
observar las azules mariposas que vuelan majestuosas,
ellas son eternas féminas disfrazadas de alas con tatuajes hermosas
aletean en la eterna danza de los amores que convierten la vida en paraísos
las atmósferas que rodean los parajes inmensos del alma
donde nacen las ideas que meditar profundo hacen, para soñar noches bermejas
y hacer nacer mañanas llenas de musicales notas, llenas de calma,
dulces despertares con dulces ojos de miel de abejas,
zorzales con trinos de Bach, Mozart, Mahler, cantos para el alma,
que nos hacen despertar en la dulce vida, aunque ésta no sea tan dulce
en interminables horas del dulce pensamiento, pero también amargo