--POETA--
Nace Antonia Pérez García
a los pies de una colina
llena de lindos encantos,
pues el terreno combina
verdor con cielos azules,
hayedos, alguna encina
y abundan los abedules,
majuelas y alguna endrina.
Allí brotan manantiales
de agua fresca y cristalina,
búhos y águilas reales
surcan con gran disciplina
los cielos y peñascales
que engalanan la cortina
con tan sublime floresta
rebosante de pamplina;
nombrarla... poco me cuesta,
"La montaña Palentina".
Vidrieros se llama el pueblo,
donde había una cantina
con tres o cuatro carrales
y una mesa en cada esquina
con productos esenciales,
vino, y pan de cereales
bien metidos en harina.
Pero volvamos al grano
con la amiga Palentina.
Una mañana temprano
abrió ventana y cortina
y la joven alza el vuelo
igual que una golondrina,
y volando por el cielo
aterrizó en Argentina.
Allí pasó varios años
y estudió con disciplina,
más, pensamientos extraños
siente la joven bambina
que perturban la razón...
sentía como una espina
clavada en el corazón
ésta mujer Palentina.
Su mente es una veleta
que, al pensar, no compagina
si es escritora o poeta
dentro del gran universo,
hasta que el hada madrina
le invita a escribir en verso
renglones con tinta china.
Todo salió en positivo,
y Antonia Campos se anima
para editar algún libro
donde el estro se ilumina.
Al fin: volvió para España
como hace la golondrina
cuando emigra a tierra extraña;
adiós dijo a la Argentina,
y también a la montaña
de su tierra Palentina;
ahora se le puede ver
donde menos imagina,
respirando en Santander
la fresca brisa marina.
Julián Villota Zapatero.
Santander julio de 2.012.