Lumbre quemando el aire,
cenizas en blanco y negro
límite sin contenerlo.
Cómo si el agrio de tus labios
hubiera sido el veneno
que a mi sangre destruyera,
este fuego que sintiera
en lo intenso y en lo amargo
en los ríos y en el aire...
en los alambres distantes,
sólo quedará el enjambre
entre muertes enajenado.
Lumbre eres, quemas el aire
y hasta el árbol caído de brasas vestido.
Junto al salto de la sangre
el ardor de las pupilas, ciego el cielo
ciega la luz y la candela.
Antonia