[center]En las tardecitas porteñas,
sonaban los acordeones
y una guitarra lloraba
en el boliche del ñato.
Idolos de aquella barriada
BONIFACIO Y GOYENA,
cantaban a Buenos Aires
por los salones canyengues,
caldo de compadritos...
milongueros de profesión.
Recordando lo que decían
de aquel siglo veinte triunfal,
donde las minas sobraban
como trigo en el trigal...
sus amores completaban
bajo el techo del zaguán.
Grises amanecían las calles empedradas
con algún perro que jadeaba
tirado por la vereda,
aguantando aquel calor
que por Diciembre caía
en ese barrio querido
que se llama CABALLITO.[/center]
Un poema... ¡ Que mágica manera de decir que estoy presente !
En las tardecitas porteñas,
sonaban los acordeones
y una guitarra lloraba
en el boliche del ñato.
Idolos de aquella barriada
BONIFACIO Y GOYENA,
cantaban a Buenos Aires
por los salones canyengues,
caldo de compadritos...
milongueros de profesión.
Recordando lo que decían
de aquel siglo veinte triunfal,
donde las minas sobraban
como trigo en el trigal...
sus amores completaban
bajo el techo del zaguán.
Grises amanecían las calles empedradas
con algún perro que jadeaba
tirado por la vereda,
aguantando aquel calor
que por Diciembre caía
en ese barrio querido
que se llama CABALLITO.
Antonia!!! Gracias por este homenaje a mi barrio!! Pero qué emoción grandota me da este poema!!
Yo vivo a dos cuadras de Pedro Goyena y me dio...como una especie de escalofrío leer este escrito a mi querido barrio. Muchísimas gracias de corazón, un abrazote para vos