Antonio Pérez Pérez, sólo un nombre,
y una cruz, y una fecha, la flor seca
de olvidos que nacieron, biblioteca
de palabras ausentes, sin el hombre.
Ya no hay nadie, sonrisa que se asombre
de sus pasos brillantes, ni una mueca;
soledad sola; sólo una sombra hueca
del antaño figura de renombre.
Solo el sauce, los pájaros ausentes,
junto a la lluvia, abrazan su descanso.
Y el mar, lejos, le canta entre las olas
de armiño y luz, sus aguas confidentes.
Hasta el viento le manda en su remanso
los besos de cristales y aureolas.
