En cada paso,
en el tropezón.
En el duro cordón,
en la simétrica baldosa,
de este pulpo urbano.
En cada tímida sonrisa
de un niño lustrabotas
o en los silencios
seniles y jubilados.
.
A la vuelta de la esquina
o en los espacios que ocupamos,
perdidos en el confín de la avenida.
En cada paloma
o gorrión de cornisas
desapercibidas.
La simple poesía
está ahí,
al codo de la vida.
Escondida en la esquina de un corazón.
Simplemente hay que encontrarla,
en el nuestro.-