Cuando cruzo la calle sin nombre
y se me pierden las letras en veredas secas
desgajadas sombras, cual ramas del árbol mustio
me impiden ver más allá, lejanas nubes;
la vida que corre desbocada, como liebre perseguida,
se esfuma como el humo de un cigarrillo,
y los verdes pensamientos se detienen,
esperando se enciendan las luces de los semáforos,
para cruzar la esquina del futuro perdido.
A veces tiemblo de pensar lo impensable,
a veces rio al imaginar lo imaginable,
me complica el ruido del tráfico sin sentido
suplicio inerte llevado por mi mente
que ruega por una muy tranquila tarde,
otorgando a la vida, paz, claridad brillante.
Me lleva el aire como un volantín
y buscando paz me dirijo a una roca negra
que dormita en el mar una siesta,
recostada sobre las olas azules,
y música sincopada por miles de gaviotines;
mi vista se escapa a confines perdidos
volando entre miles de pájaros amarillos
me subo al infinito por la escalera
con escalones de pensamientos muy difusos,
ahora busco el silencio,
en el ruido del finito,
sordo ruido, tropel de notas, sinfonias,
me dice, he ahí el mar, inmenso, paradisíaco, siempre agitado...........
Y se esfuma la tarde en volutas de humo blanco.