LOS TRENES DE EUROPA

[ERNESTO WÜRTH]

[center]LOS TRENES DE EUROPA

Cuando nuestro tren se llenaba de manzanas
y atravesábamos las campiñas francesas,
entre Niza y París volaban las palomas,
nuestras miradas se hundían en el verde


las campiñas llenas de sus frutos,
nuestras almas, suspirando naranjas de Marruecos,
con los labios llenos de besos
cruzando miradas sin decirnos nada,
pero lo decian todo, sin hablarnos siquiera;


cuando viajabamos de Madrid a Barcelona,
cruzando por estepas tan secas llenas de olivos,
llenas del sudor de los campesinos,
llevábamos el olor de cerezos y de fresas
la bocina del tren nos despertaba al día
con esa claridad meridiana europea
y esos rieles que no meten bulla,


la lejania de la Puerta de Alcalá
y Maria Belen cantando esas canciones
llenas de España, llenas de amores,
porque íbamos a contarnos un cuento
inventado por Gaudí en Barcelona,
colocando gnomos en los techos de sus casas,
inventado un sueño en el Parque Guell


donde un bosque de columnas suple los árboles
y los árboles suplen columnas en corredores;
sentándonos en bancas multicolores
en la terraza en que organizábamos otro viaje,
otro sueño Gaudiano, con Picasso, con Miró, Sert,
recordando Málaga y la Costa del Sol y Andalucía,


se llenaba nuestro tren con manzanas verdes y rojas,
eran nuestras almas plenas de frutos
llenas de perfumes de viajes incoloros,
con olas gigantes en Tenerife,
nuestros antepasados al lado de Bilbao,
con García Lorca y Garcilazo de la Vega,
los Goycooleas y Oyarzun nuestro pais vasco.


este Pais nuestra mamadre patria, como decía Neruda,
y mi abuelo parado en una gruta del Rhin en Alemania-
Todo esto conformaban nuestra canasta de frutos silvestres,
que flotan hoy en los recuerdos del pasado
con olor a naranjas, manzanas, fresas y piñones
junto a sus mares y gaviotas que adornan el tiempo.
[/center]

[ERNESTO WÜRTH]

[center]LOS TRENES DE EUROPA

Cuando nuestro tren se llenaba de manzanas
y atravesábamos las campiñas francesas,
entre Niza y París volaban las palomas,
nuestras miradas se hundían en el verde


las campiñas llenas de sus frutos,
nuestras almas, suspirando naranjas de Marruecos,
con los labios llenos de besos
cruzando miradas sin decirnos nada,
pero lo decian todo, sin hablarnos siquiera;


cuando viajabamos de Madrid a Barcelona,
cruzando por estepas tan secas llenas de olivos,
llenas del sudor de los campesinos,
llevábamos el olor de cerezos y de fresas
la bocina del tren nos despertaba al día
con esa claridad meridiana europea
y esos rieles que no meten bulla,


la lejania de la Puerta de Alcalá
y Maria Belen cantando esas canciones
llenas de España, llenas de amores,
porque íbamos a contarnos un cuento
inventado por Gaudí en Barcelona,
colocando gnomos en los techos de sus casas,
inventado un sueño en el Parque Guell


donde un bosque de columnas suple los árboles
y los árboles suplen columnas en corredores;
sentándonos en bancas multicolores
en la terraza en que organizábamos otro viaje,
otro sueño Gaudiano, con Picasso, con Miró, Sert,
recordando Málaga y la Costa del Sol y Andalucía,


se llenaba nuestro tren con manzanas verdes y rojas,
eran nuestras almas plenas de frutos
llenas de perfumes de viajes incoloros,
con olas gigantes en Tenerife,
nuestros antepasados al lado de Bilbao,
con García Lorca y Garcilazo de la Vega,
los Goycooleas y Oyarzun nuestro pais vasco.


este Pais nuestra mamadre patria, como decía Neruda,
y mi abuelo parado en una gruta del Rhin en Alemania-
Todo esto conformaban nuestra canasta de frutos silvestres,
que flotan hoy en los recuerdos del pasado
con olor a naranjas, manzanas, fresas y piñones
junto a sus mares y gaviotas que adornan el tiempo.


[/center]